jueves, 30 de agosto de 2012

Cuándo decir "no" a un encargo de traducción

Resulta curioso que, aún sin haber trabajado oficialmente como traductora, ya haya tenido que rechazar un encargo. ¿El motivo? El desconocimiento de nuestra labor, por decirlo de un modo resumido. 


El caso es que cierta asociación que no mencionaré me propuso realizar una traducción como voluntaria. Llevaba todo el verano intentando realizar traducciones voluntarias, así que en un principio me alegré muchísimo. El problema vino cuando el presidente de la asociación me mandó por correo electrónico el archivo que quería que tradujera. En su mensaje, admitía que ninguno de los traductores de la asociación se había atrevido a realizar esa traducción y que me la encomendaba a mí para ver si yo era capaz y tenía ganas de demostrar cuán valioso es mi trabajo. Vamos, que fue un "si cuela, cuela" en toda regla. Al terminar de leer el mensaje me asusté un poco, pero pensé que no debía ser para tanto. Craso error. Lo era. El documento constaba de unas 250 páginas y trataba sobre medicina, en realidad sobre una enfermedad muy concreta y prácticamente desconocida en España, por lo que no había glosarios ni diccionarios que recogieran la gran mayoría de los términos en español. Pero esperad, aún queda lo mejor. Plazo: 3 semanas. 


Tuve que rechazar el encargo porque no me veía capaz de realizar una traducción de esa magnitud, sin fuentes de referencia en español que pudieran ayudarme y en un plazo tan corto. Lo cierto es que me dio muchísima rabia, porque estaba realmente ilusionada con el tema del voluntariado, pero era imposible.

Y este es uno de los casos que me demuestra que muchas organizaciones y empresas toman muy poco en serio nuestra profesión y la dificultad de traducir, en este caso, un texto tan especializado y tan complicado. Por desgracia, la traducción todavía no se considera importante en este país. Se sigue pensando que "con saber inglés, basta" y se sigue escuchando aquello de "venga ya, con un diccionario al lado, yo lo traduzco en nada y menos", y así nos va. 

Resumiendo, aquel día terminé con de un malhumor considerable y prometí aceptar únicamente encargos que fueran realizables dentro de un plazo de tiempo adecuado. Siempre que me sea posible, al menos.

¿Alguno de vosotros se ha visto en una situación así?

¡Un saludo! =)

2 comentarios:

  1. Ay, eso no lo enseñan en la universidad y es algo dificilísimo de hacer. Luego tienes miedo a que el cliente no te vuelva a llamar, a perder trabajos, etc., pero a la larga compensa.

    Si haces algo que sabes que excede tus capacidades y no va a salir bien, mejor no lo hagas, porque eso puede conllevar la pérdida de un cliente. Si le comentas a la agencia o al cliente directo lo que pasa, que quieres hacer una buena traducción pero no es tu área de especialización o las condiciones no son las óptimas (plazo, documentación...), ellos apreciarán tu sinceridad.

    Yo llevo unos años y he dicho que no a muy pocas cosas (precisamente por estos miedos) pero los clientes en cuestión siempre lo han entendido y luego he seguido recibiendo proyectos.

    En fin, que tu decisión fue acertada :)

    ¡Muchos ánimos y mucha suerte!

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    1. Antes de nada, gracias por tu comentario, Scheherezade =).

      Lo cierto es que me supo bastante mal porque estuve un año haciendo prácticas con ellos, pero es que lo veía imposible y tampoco quería hacer una mala traducción. Les dije que el tiempo me parecía muy justo, que si podían alargar un poco el plazo, y me dijeron que no, así que tuve que rechazar el encargo.

      En fin, espero no encontrarme demasiado a menudo en esta situación porque me supo bastante mal. Espero que tengas razón y que en su momento no metiera demasiado la pata.

      ¡Un saludo y gracias!

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