Bueno, tras unos días algo ajetreados entre revisiones de exámenes en la universidad, el acto de graduación (con su consecuente celebración posterior), San Juan, el trabajo y demás, aquí estoy de nuevo.
Antes de abordar el tema del que quería hablaros hoy, me gustaría comentar una cosilla, y es que he añadido un par de recursos más a la sección homónima, esta vez cedidos por Laura (iré añadiendo el resto cuando me los vaya mirando, que yo de alemán y francés no sé mucho). También he añadido una pequeña mención a los, por ahora, pocos colaboradores de la sección en señal de agradecimiento, que os lo merecéis =).
Y bien, ahora sí, al lío. Hace ya unos días vi por Facebook el siguiente artículo (está en catalán y en inglés, lo siento) y me pareció una humillación tremenda. Joan Sellent es un excelente traductor con una trayectoria profesional totalmente envidiable y de una profesionalidad remarcable, por lo que no entiendo el motivo por el cual el señor Edward Albee decidió pedirle la lista de justificaciones y argumentaciones que se menciona en el artículo.
Personalmente, creo que la trayectoria profesional de Joan Sallent deja bastante claro la gran calidad que sus traducciones al catalán poseen y que, por tanto, dicha petición (exigencia, más bien) por parte del señor Albee de crear una lista con todos y cada uno de los cambios que Sallent había realizado en la traducción es una falta de respeto bastante considerable.
Sin embargo, esta polémica noticia nos abre un debate: ¿cuál es el grado de autoridad y exigencia que debe y puede tener un autor sobre la traducción de sus obras? Obviamente, la obra original fue concebida con una intención, mensaje y propósito claros que nadie más que el autor conoce a la perfección, y es lógico que quiera asegurarse de que dichos aspectos se respeten a la hora de realizar la traducción de la obra. Entiendo también que se "desconfíe" un poco de un traductor novel o poco experimentado, y hasta puedo llegar a entender que se especifique la entrega de la famosa lista en el mismo encargo de traducción. Ahora bien, en este caso, con un traductor con años de carrera en el campo me parece una innecesaria demostración de aires de grandeza y de ganas de humillar a alguien que puedes creer por debajo de ti.
En cuanto a la actitud de Joan Sellent en la carta, entiendo su rabia y considero que ha sabido dirigirse al señor Albee con un respeto y una corrección adecuadas a la situación.
Me resulta triste que en pleno siglo XXI, en una época en que las traducciones son totalmente necesarias y con la gran cantidad de profesionales de la traducción que hay por todo el mundo, todavía se den casos así.
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